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Stories - Other Stories 10 - My Trip to Chiapas | Yoshiaki Takemura |
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My Trip to Chiapas Yoshiaki Takemura Summer 2000 I went to Tapachula in Chiapas, the place that appears on the first page of history of Japanese immigration to Mexico, upon invitation to the National Convention of Japanese Descendants in Mexico. Although I could go there by plane, I chose the trip by bus to attend the 8 day and 7 night conference. I got on a bus chartered by the Mexico Japan Association with the other 29 participants. There were 15 Sansei Japanese Mexicans among them. In each place we stopped and visited, I had the honor of offering the sutra prayer for the deceased pioneers, at the request of Mr. Sadayoshi Kogiso and Dr. Shoshin Murakami who organized this trip to visit the early Japanese settlements in Mexico. Ever since 1897 (Meiji 30) when former Minister of Foreign Affairs Takeaki Enomoto planned a migration of Japanese to Mexico and the first 35 immigrants crossed the Pacific Ocean, a large number of Japanese arrived and died in this land during the last 103 years. This bus trip to the conference was one of remembrance and dedication to those pioneers. After two days since leaving Mexico D.F., we headed off in small canoe boats to an isolated place where more than 4000 Japanese immigrated to in around 1905. After travelling for about an hour through the Coatzacoalcos River, (which looked like a small version of the Amazon and where a few decades ago there were crocodiles) we arrived at Oaxaqueñas. There we found Japanese descendants who had been waiting for us for hours (from morning) on the riverbank. They told me that amongst the 4000 young Japanese who were dedicated to the exploitation of the land and cultivated sugarcane, almost half of them had died from intense heat and infectious diseases (like Malaria). As there had never been anyone there before to offer the sutra prayer, we all prayed for the repose of the soul of the deceased with all our hearts. I was sweating intensely in my priest's robe in the midst of tropical jungles. After a day of bus ride, we entered Chiapas state and stood and prayed in front of the monument that stands near Puerto Madero Harbor, where the first immigrants landed in 1897. We also visited and prayed at the town of the Acacoyagua in the Escuintla region where some of the Enomoto group had settled. A Special ceremony was planned before the wonderful Enomoto monument at the center of the city. Masao Ishii and Koichi Todaka also were dressed in robes. All of the conference paticipants and local people participated in the memorable memorial observance. The famous haiku of Basho Matsuo engraved behind the monument read, "Summer herbs, the warriors dreamed of here. We are here.", tells explicitly of the challenges they faced to grow coffee in an arid and rocky land. The convention began under the presence of the mayor of Tapachula and Ambassador Katsuyuki Tanaka. At the opening, the representative of the city began to read the names of the first Enomoto immigrants one by one. At that moment, we began to hear the voice that says, "Present!" among the participants. The voice was getting louder, and by the end it vibrated throughout the convention hall. As I joined the chorus of "Present" (They are here with us), an inexplicable emotion dwelled up within me and I felt as if they were there with me. It was precisely the time of the Japanese Obon season, and I realized that this feeling of welcoming the departed prevails beyond time and place. At the general meeting, several current issues that the Japanese society confront were actively discussed. The next convention will be in two years, in the city of Chihuahua located on the border with the United States. On that night, the mayor invited us to a marimba concert and dance at the city center. Unlike the history of Japanese immigration to the United States, immigrants to Mexico received almost no discrimination or exclusion by Mexican society, and also because there were almost no female immigrants, it was very natural for them to marry Mexican women. I met several people with Japanese names, but with traits of both Japanese and Mexicans. When I said goodbye to those people, thinking that maybe we would never see each other again, I saw the tears in their eyes, and I sensed that their parents were surely the pioneers of Japanese in Mexico. I was impressed by the wonderful landscape that I saw during the two-hour boat ride in the Sumidero Canyon, which looks like Yosemite and the Grand Canyon in the United States, and also the great ruins of Monte Alban in Oaxaca, which we visited on the way back to Mexico City, where the pyramids evoked me. These two places were of unimaginable size and magnificant landscapes. They were beyond words. Observing those with your own eyes, you can understand the great size of Mexico and the pride of the Mexican people. I think that all these factors will be related to the good of the country in the future. On this trip, I also saw the poverty and suffering of the Mexican people, and at the same time, their patience and strength in the face of their difficulties. I also re-recognized how Mexican people were friendly and kind. And throughout the eight-day exchange with our people, I found out more than ever; the wonder of Japanese society. In the plaza of Acacoyagua, a woman came running up to me and told me that she was a Buddhist. It was truly a meaningful trip. Mi Viaje a Chiapas Yoshiaki Takemura Verano 2000 Fui a Tapachula, al lugar que aparece en la primera página de la historia de inmigración, de japoneses a México, por la invitación a la convención nacional de decendientes japoneses en México. Elegí el viaje en camión que fue un recorrido de 8 días y 7 noches, aunque a la conferencia se podía llegar en avión. Subí al camión de Asociación México Japonesa con los otros 29 participantes, entre ellos, hubo 15 decendientes japoneses. En cada lugar que visitamos, tuve el honor de ofrecer la oración de sutra para los pioneros difuntos, por petición del Sr. Sadayoshi Koguiso y del Dr. Shoshin Murakami, los cuales organizaron este viaje para visitar el origen de los japoneses en México. Desde hace 103 años que los primeros 35 inmigrantes japoneses cruzaron el Océano Pacífico por un plan de migración a México organizado por el ex ministro de relaciones exteriores Takeaki Enomoto, una cantidad grande de japoneses llegó y falleció en esta tierra. El viaje en camión fue dedicado también a esos pioneros en cada lugar que vivieron. En dos días desde que partimos de México D.F., nos dirigimos en lanchas a un lugar aislado donde inmigraron más de 4000 japoneses, alrededor del año 1905. Después de ir como una hora por el Río Coatzacoalcos, el cual parecía la versión pequeña de los Amazonas y en donde hace unas décadas había cocodrilos, llegamos a las Oaxaqueñas. Ahí encontramos a los decendientes japoneses esperándonos varias horas desde la mañana en la orilla del río. Me contaron que entre 4000 jovenes japoneses que se dedicaron a la explotación de la tierra y cultivación de la caña de azúcar, casi la mitad de ellos falleció por el calor intenso y las enfermedades infecciosas como el malaria. Como ahí nunca había ido nadie para ofrecer la oración de sutra, todos nosotros oramos por el descanso del alma de los difuntos con todo el corazón. Sudaba intensamente, por la túnica de sacerdote y además que llevaba a pesar de que estábamos en las selvas tropicales. También visitamos y oramos en el monumento de la primera imigración que llegó al Puerto Madero. En Acacoyagua de la región Escuintla, hice oración junto con los señores Masao Ishii y Koichi Todaka, vestidos de túnica de sacerdote y acompañados con la gente de la región que participó en la ceremonia, en el maravilloso monumento de la migración Enomoto. El haiku famoso dê Basho Matsuo grabado atrás del monumento, “Hierbas de verano, los guerreros ya están más allá de sueños”, cuenta explícitamente las dificultades de los inmigrantes que lucharon por cultivar el café en una tierra árida y rocosa. La convencion inició bajo la presencia del Sr. alcalde y embajador Katsuyuki Tanaka. A la apertura el representante de la ciudad leyó el nombre de los inmigrantes de Enomoto uno por uno. En ese momento, se empezó a escuchar la voz que dice “Presente! entre los participantes, la voz fue siendo cada vez más fuerte, y al final la palabra sonaba fuertemente en toda la convención. También me integré al coro de “Presente", sientiendo “Ellos están aquí presentes con nosotros" con una emoción inexplicable. Precisamente era la época del Obon japones, y supe que este sentimiento de recibir a los difuntos era común y superaba lugar y tiempo. En esa noche disfrutamos un concierto de marimba y baile por invitación del alcalde, en el centro de la ciudad. En la convención aparte de que dieron el informe de la sociedad japonesa actual, se discutieron activamente varios temas sobre la misma. La próxima convención será en dos años, en la ciudad Chihuahua ubicada en la frontera con Estados Unidos. Distinto a la historia de inmigración de japoneses a los Estados Unidos, los inmigrantes a México casi no recibieron discriminación ni exclusión por la sociedad mexicana, y también porque entre los inmigrantes casi no había mujeres, para ellos fue muy natural casarse con las mexicanas. Conocí a varias personas con su nombre japonés, pero con el rasgo de los mexicanos. Cuando me despedí de esa gente en la cual todavía quedaba huella del origen japonés hallé las lágrimas en sus ojos, pensando que tal vez nunca nos volveríamos a ver, tuve la sensación segura que sus padres eran los pioneros japoneses en México. Me impresionaron el maravilloso paisaje que vi en el recorrido de dos horas en lancha en el Cañón de Sumidero, el cual se parece al Yosemite y el Gran Cañón en los Estados Unidos, y también las grandes ruinas de Monte Alban en Oaxaca, que visitamos en el camino de regreso a México, que me evocaron las pirámides de Egipto. Los dos lugares fueron de tamaño inimaginable y paisajes maravillosos, y todo el tiempo me la pasé sorprendido. Observando con mis propios ojos, puede sentir la grandeza de México y el orgullo de los mexicanos. Pienso que todos estos factores se relacionarán al bien del país en el futuro. En este viaje, también vi la pobreza y sufrimiento del pueblo mexicano, y a la vez, su paciencia y fuerza ante sus dificultades. Reconocí también cómo todos eran simpáticos y amables. Mediante el intercambio de ocho días con las personas que me acompañaron, conocí la maravilla de la sociedad japonesa. En la plaza de Acacoyagua, una mujer se me acercó corriendo y me dijo que era budista. Fue un viaje sumamente benéfico para mí. Original Japanese by Yoshiaki Takemura Spanish translation by Mision Hongwanji de Mexico.(2000) English translation by Yoshiaki Takemura. (2018)
一世パイオニア資料館
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注 |
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一世パイオニア資料館 - isseipioneermuseum.com - 2020 |
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